dieser beitrag wurde verfasst in: spanisch (spa/es)
künstler: Fernando Leal
titel: La escala de la vida
jahr: 1927–28
+: Fresco. Dos tableros dobles, de 0,85 x 4,5 m cada uno. Comisión de Bernardo G. Gastélum. Repintada de Diego Rivera
«De una visión alegórica, los murales eran también sutilmente eróticos, lo que llevó a la institución a rechazarlos. El motivo de la destrucción de los fresocs fue un supuesto escándalo que éstos provocaron en una sociedad conservadora y tradicionalista. A decir del hijo del artista, una de la escenas del mural fue considerada 'un sacrilegio que contradecía las leyes no escritas según las cuales los indios pueden aparecer labrando la tierra, cincelando la piedra, trabajando en las minas, ‘¡pero nunca haciendo el amor!'
Fue en 1928 cuando el doctor Bernardo Gastélum, jefe del Departamento de Salubridad de 1925 a 1929 y mecenas del grupo de los Contemporáneos, apoyado por una misteriosa Comisión de Orden y Decoro, Tomó una decisión autoritaria y mandó aniqilar los murales recientemente concluidos. Este hecho lamentable provocó las protestas de los miembros del grupo ¡30–30! En su quinto manifiesto leemos:
'Los frescos pintados por elementos revolucionarios se destruyen con una simple orden de un Jefe de Departemento Bernardo Gastélum. A ese individuo, en vez de reclamarle tal proceder, se le manda a Europa. De este modo, lo único que de valor tiene México en el extranjero: su pintura revolucionaria, pasará a la condición de novela, como ya ha pasado a serlo la Revolución mexicana.'
Un año más tarde, en 1929, Diego Rivera, invitado por Carlos Obregón Santacilia, el autor del proyecto arquitectónico del edificio, pintó en el mismo lugar cuatro manos gigantescas con los fragmentos de la flora microbiana y las palabras 'Educación, Profilaxis, Salubridad, Higiene, Microbiología'. Aparentemente, muestran en vínculo más estrecho con el uso de los laboratorios, sin embargo son meramente decorativos y no poseen la relevancia temática ni plástica de los murales desaparecidos de Fernando Leal, considerados en su tiempo como una de las manifestaciones más puras y valiosas de la pintura mexicana posrevolucionaria.» (Larissa Pavlioukova, en: Arias Lovillo et al., 2012, p. 237–238)